doblada una ciudad con voz de lluvia.
De las perchas colgaron
los cielos rotos y la luz sumisa.
Ordené las preguntas
en la parte derecha del cajón
y a la izquierda dispuse un restaurante,
una mesa sin hambre y sin rumor de sábanas
para cenar cansado de estar solo.
Luego bajé a la calle.
En la esquina arrugada de una chaqueta negra
me detuve a mirar
la luna de las ropas interiores.
Dolía el pasaporte en el bolsillo
igual que los extraños y las tiendas cerradas.
Quise llamar un taxi. No levanté la mano.
Se paró junto a mí la desventura
de una ciudad vacía.
A media noche estaba a medio ser
en medio de la nada.
No se viajar sin tí,
ni contarte las cosas por teléfono.
Luís Gardía Montero
POESÍA URBANA
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