(...porque este poema inspiró el titulo del blog).
... Pues mienten los que dicen que todo tiene un límite.
Continúa incendiándose la carne, hay luminariasde
brasa en nuestros ojos cuando cae
la noche. Se repiten las secuencias:
arden las manos, garras se nos abren
donde dedos nacían, repentinos
se tensan nuestros músculos, y dejo
de pronunciar tu nombre, que mi pecho
se ha vuelto sumidero de rugidos
y mi voz es terrible como el viento
encrespado. Los dientes no desgarran
la sudorosa piel. Llenan el aire
los perfumes amargos de la selva
y el más amargo y acre del deseo.
Y, mientras copulamos como fieras, me rio
de los necios que dicen que todo tiene un límite.
No hay comentarios:
Publicar un comentario