Octubre 2005
Como quisiera dejarme querer, cerrar los ojos y dejar que el amor que me rodea me inundara , me llenara , me saciara y me abstrayera de mi misma. Soy mi peor enemiga.
Y de repente pienso que no debe ser tan difícil, que se trata de disfrutar lo que al fin y al cabo la vida te ofrece, pero esta niña responsable sin colegio de monjas es demasiado estricta. No engaño a nadie, soy clara transparente, no hago promesas que se que no cumpliré, no menciono el nombre del amor en vano, ni me aprovecho de las situaciones para obtener beneficio físico, material y/o emocional alguno, debería serme fácil sucumbir , vivir y disfrutar... y no lo hago. Debería ampararme en todo esto para alardear de conciencia tranquila, del traído y llevado "yo soy así" y "yo no engaño" o del "que cada palo aguante su vela" para obtener todo aquello que la vida me da. Soy la niña resabiada, la Manolita gafotas...del patio de colegio en el que nos movemos.
Es una combinación extraña una mezcla dulce y amarga el triunfo y la derrota unidos. Esta responsabilidad que nadie me pide, esta conciencia intrínsecamente apegada a mi me hace sentir fuerte, segura de mi misma y reconozco que me desespero ante los juegos y las incertidumbres, el si pero no, el no pero si... cada día me parecen más argumentaciones que nos damos para dar rienda suelta a las pasiones que nuestra conciencia y pudor nos impiden realizar. Las incertidumbre y los juegos son el amparo , el permiso que nos damos para ser nosotros mismos.
Será cuestión de pensar que mi conciencia y yo nos llevamos demasiado bien o que simplemente pueda que sea una mujer sin conciencia.
Y de repente pienso que no debe ser tan difícil, que se trata de disfrutar lo que al fin y al cabo la vida te ofrece, pero esta niña responsable sin colegio de monjas es demasiado estricta. No engaño a nadie, soy clara transparente, no hago promesas que se que no cumpliré, no menciono el nombre del amor en vano, ni me aprovecho de las situaciones para obtener beneficio físico, material y/o emocional alguno, debería serme fácil sucumbir , vivir y disfrutar... y no lo hago. Debería ampararme en todo esto para alardear de conciencia tranquila, del traído y llevado "yo soy así" y "yo no engaño" o del "que cada palo aguante su vela" para obtener todo aquello que la vida me da. Soy la niña resabiada, la Manolita gafotas...del patio de colegio en el que nos movemos.
Es una combinación extraña una mezcla dulce y amarga el triunfo y la derrota unidos. Esta responsabilidad que nadie me pide, esta conciencia intrínsecamente apegada a mi me hace sentir fuerte, segura de mi misma y reconozco que me desespero ante los juegos y las incertidumbres, el si pero no, el no pero si... cada día me parecen más argumentaciones que nos damos para dar rienda suelta a las pasiones que nuestra conciencia y pudor nos impiden realizar. Las incertidumbre y los juegos son el amparo , el permiso que nos damos para ser nosotros mismos.
Será cuestión de pensar que mi conciencia y yo nos llevamos demasiado bien o que simplemente pueda que sea una mujer sin conciencia.
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